lunes, 12 de diciembre de 2016

BUENOS, MALOS Y COMPLICADOS TAMBIÉN




Situación emocional: complicada (¿?)
Motivo: intrapersonal

Debería estar haciendo deberes universitarios, tareas y todo aquello, pero heme aquí, a unas pocas horas de la media noche, ahogándome en la profundidad de mis pensamientos y el terror, que a veces, representa mi cabeza.

Sentí la necesidad de llenar ésta hoja en blanco y expresar un poco por acá, por eso de no perder la costumbre, de aligerarme y compartirles. Cosa que no he sabido manejar mucho desde hace un par de meses. Por eso, me disculpo, conmigo y con quien sea que me lee.

No es sencillo vivir con tantas películas mentales, es un constante cambio de canales entre la cordura y la desesperación, todo esto sin que los demás noten nada. La discreción por sobre todas las cosas, no queremos que piensen que estamos locos, a pesar de que muy lejos de esa realidad no nos encontramos. Es complicado, es muy personal. Quién me entiende sabe a lo que me refiero.

Desde muy pequeña he sido fantasiosa, soy extremadamente propensa a las historias improvisadas, a los bailes entre personaje desconocidos, a los diálogos entre la realidad y la ficción; todo es parte de un juego de supervivencia, o al menos eso pienso yo. No está nada mal, disfruto de sobre manera poder intercalar polos, pero a veces las nubes son tan eternas que parecen contener al mismísimo Catatumbo. Truenos y más truenos, precipitaciones con altas de sol de vez en cuando. Días buenos y malos, como todo. Hoy estamos en uno complicado.

Hace un tiempo, a través de uno de mis posts más personales, conté todo mi proceso de evolución y como he llegado a vislumbrar panoramas más sanos, tanto para mí, como para los que me acompañan por la vida. Hoy mientras escribo esto no me siento como en aquel escrito. Me concibo insegura, llena de muchas dudas, con ganas de salir corriendo y huir de lo que sea me está rondando la cabeza. Creo que hace dos publicaciones atrás andaba con el mismo cúmulo, de lo que sea que tengo, explicándoles algo parecido pero con otras palabras. Qué complicado.

Andar en éste estado melancólico, casi constante, no es tan bueno como algunos románticos, incluyéndome, piensan. Ver todo desde lentes tan sensibles es un arma de doble filo, te abre a posibilidades infinitas, a gratos momentos, casi fotográficos; llegas a conocer a la gente bonito y con una apertura divina, te permite intimidad sin contactos rebuscados. Pero también te lleva a cuestionar demasiado, a creer excesivamente, a sentir de más, como si eso fuese un pecado; te coloca en rincones mentales demasiado intensos, le resta emoción al estado y simplemente te aburre. Quisiera uno poder estar en otro lugar, sintiendo diferente. ¡No es justo! Te traslada a querer vivir otros pasajes, cuando el que tienes es y punto. Bendita inconformidad.

Eso, te vuelve inconforme y deambulas queriendo más, como si todo fuese poco, a pesar de que lo es todo.

Por eso, y mil y un razones más, escribir es lo más puro y menos complicado que tengo. Las letras son la escapada más sana que puedo conocer, son todo aquello que me mantiene en eternos recuerdos tangibles, pues las palabras tiene memoria, muchísima. Es ésta estrategia  lo que me separa de la locura inmediata. 

Cuando paso tanto tiempo sin jugar con la escritura se me hace complicado pensar bien, creo que eso es lo que me puede estar pasando. No lo sé del todo. Es algo sombrío lo que hoy expreso, qué lata; después de varios meses sin contenido, me provoca escribir luctuosos pensamientos. Pero es justo eso, el expresarlos, lo que me mantiene bien, así que no será la primera vez que me encuentre en estados de frustración por ésta vía. De hecho no lo es.

Espero poder dejar todo esto pronto, aunque siento que el ambiente que me rodea (semanas de lluvias, neblina, calor, incertidumbre, anuncios nacionales insólitos y, siempre una necesaria taza de café) también influyen en mi estado anímico actual. La luna igualmente interviene, ella siempre con su poder bendito.

Nos leemos pronto. Xx, M’s

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P.d: definitivamente ésto dentro de unas semanas parecerá una locura, me reiré y probablemente me pegaré un golpecito, pero por ahora ésta corta entrada me hace sentir mejor conmigo misma y con todo aquello que me agobia. Vendrán posts un poco menos intensos, lo prometo. 

lunes, 3 de octubre de 2016

¿TÚ ERES FEMINISTA?


A medida que crecemos intelectualmente, los signos de interrogación se vuelven más constantes en nuestro día a día. ¿Por qué? Bueno puede ser principalmente por curiosidad humana, cualidad que refleja nuestra complejidad en el ámbito social, pero también ocurre por factores mucho más extensos: dudas, vacíos colectivos o simple desbalances. Por eso me he encontrado, desde hace un tiempo, entre grupos diferentes de personas la siguiente interrogante: ¿Qué es el feminismo?

Bueno si tocamos el tópico de manera conceptualizada, se dice que:

Feminismo s. m.

1  1- m. sociol Doctrina y movimiento social que pide para la mujer el reconocimiento de unas capacidades y unos derechos que tradicionalmente han estado reservados para los hombres. (Wikipedia)

Pero ahora bien, como propio movimiento social que es, los juicios de valor son esenciales para que este tenga vida y acción en la sociedad. Entonces, si colocamos el concepto de feminismo a través de un cristal, el mensaje es muy claro: se quiere respeto, igualdad y libertad. Estas 3 cualidades son, a pesar de ser moldeables ya que el feminismo tiene infinidad de variantes, una raíz importante en este movimiento.

El feminismo es una ventana maravillosa para la sociedad, no se limita al género femenino, trata de incluir tanto al hombre como a la mujer. Su objetivo es el reamoldar ciertos aspectos de nuestro pensamiento en muchas áreas comunes, como lo son la cultura, la política e incluso la economía. Todo esto, ya que se busca un balance equitativo en todas las matices que pintan nuestro día a día.

#VivaElFeminismo
Es así como, al continuar explicando todo este concepto, a mitad de conversación vuelve a surgir otra pregunta; esta, a mi parecer, está mejor formulada que la primera: ok, y a todo esto ¿Tu eres feminista? A lo que mi voz, sin quebrarse, anota un rotundo si en el aire del momento. Luego hay una pequeña pausa y vuelven otra vez a dibujarse signos de interrogación en la conversación: y ¿Por qué? Aquí la respuesta es más larga.

A medida que vamos madurando, como lo dije al principio, nuestra mentalidad y concepto de vida se van amoldando, para no decir que prácticamente cambian, y esto no es malo, todo lo contrario, está en nuestra naturaleza cuestionarlo todo y formular preguntas. Cuando ocurre este quiebre de paradigmas internos, nos encontramos con una realidad que antes no veíamos, que estaba cegada por la inocencia intelectual, por decirlo de alguna manera.

Yo crecí, y lo sigo haciendo, y me fui dando cuenta que habían cierto clavos que no encajaban en mi juego de herramientas; simplemente seguían cayéndose y deteriorándose. La sociedad me insatisfacía, todavía en ciertos aspectos lo hace, pero sentía que era mi responsabilidad crearme mejores hábitos sociales, aquí el feminismo fue clave.

El considerarte feminista no es “ok me levante de la cama, ¡Soy feminista!”, no eso no es así.  Es una decisión muy concreta, casi tan concreta como el de cambiar de religión, porque a lo mejor no todos estarán de acuerdo o entenderán tu decisión, pero como buenos rebeldes que, algunos, somos igual hacemos las cosas sin pensarlas mucho, pues a veces el overthinking destruye al ser humano.

"Su éxito no es tu fracaso"
Es así como, retire mis clavos de donde no encajaban y cree una nueva caja de herramientas internas, empecé a plantear situaciones diferentes, a hacer preguntas más complejas y a tomar acciones tajantes. Entre todo este conjunto, siempre sobresalía algo interesante: ¿Y las mujeres, donde quedamos nosotras, nuestra integridad, nuestra vivencia? No entendía como un género podría ser, en algunos casos, tan marginado, tan irrespetado; somos una fuerza que el universo creó con una potencia infinita, con poderes eternos, que deberían ser respetados.

Me cuestioné el lugar y tiempo que cumplen las mujeres hoy en día en comparación con años pasados. Nunca hemos dejado de ser fuertes y aguerridas, pero si muchas se han acostumbrado a vivir en un mundo donde el ser sumisa, de algún modo lo es todo, ya sea social o incluso económicamente. Se nos pide estar satisfecha con lo que se nos da y tratar de “no buscar más allá de nuestros horizontes”.

¿Por qué no puedo pisar otros caminos? ¿Acaso las mujeres solo tienen ciertas oportunidades en la vida? Estas preguntas no se planteaban en las conversaciones anteriores, estas preguntas me las hacia yo desde una retrospectiva muy personal, con ellas descubrí que yo sí puedo, que soy mujer, que soy dueña de mi cuerpo,  del camino que trazo en mi vida. Que no existe otra persona más que yo la que es responsable de mi futuro y mis decisiones.

A pesar de haber entendido y adaptado el feminismo a mi concepto de vida, todavía se que existen mujeres e incluso hombres que lo ven como una amenaza social, cuando en realidad es una salida hacia la igualdad y la libertad colectiva. Emma Watson, en su discurso para el movimiento He for She de la UNICEF, dijo ante esto que: “Ambos. Hombres y mujeres deben sentirse libres de ser fuertes. Es hora de que veamos a los géneros como un conjunto en vez de como un juego de polos opuestos. Debemos parar de desafiarnos los unos a los otros”. No podría tener mas razón.

"No te rindas ante aquellos que no te entiendan, sigue luchando por aquellos que si lo hacen"
Incluso el feminismo, teniendo un enorme impacto en la cultura mediática, todavía no es una realidad totalmente cierta, porque existen rincones de este mundo que todavía no conceptualizan personalmente el movimiento. Pero al entablar conversaciones como las que he tenido la oportunidad de empezar, si existe la posibilidad de crear una comunidad considerable que logre revalorizar las perspectivas con las que se ven a las mujeres. Es necesario romper los estereotipos y esquemas que nos limitan, que nos mantienen en una caja muy cerrada, a la cual no pertenecemos, pues somos seres libres.

Es así como, si juntamos todas estas líneas, podemos crear un pequeño concepto para este gran movimiento. Podemos responder varias preguntas, disipar ciertas dudas y envolvernos en nuevas posibilidades para todos, pues como dije antes, el feminismo no se limita al género femenino. Pero algo está muy claro, para hacer posible un cambio masivo en la sociedad debemos empezar desde un punto esencial: nosotros mismos. Pues esta en en nuestras manos ser el cambio que queremos ver, las oportunidades que queremos experimentar y la libertad que queremos vivir.

Y recuerda nunca te limites, ámate, acéptate, respétate; el universo te creó para que fueses independiente. Traza tu camino como tú lo consideres, que otros no dictaminen tu futuro. Quéjate si es necesario, lucha por las injusticias; trata de no cometerlas. Incluye, no excluyas; tu realidad es importante pero la de los demás también. Se revolucionaria, sensible, sincera; simplemente se tú, con eso más que suficiente. El tiempo te lo agradecerá. 
"Ignoramos nuestra verdadera estatura hasta que nos ponemos de pie" - Emily Dickinson
Xx, M's 

OK, HABLEMOS

Ultimo post: 1 de julio de 2016´
Motivo: Ambiguo
Solución: En proceso

Sí, han pasado casi 4 semanas. Y sí, no he querido escribirles, ni escribirme por razones muy ambiguas. Razones casi exageradas, que ni en mi cabeza tienen sentido, pues son razones tan mías que no creo que nadie entendería, pero considero es justo explicarlas, o por lo menos tratar de hacerlo.

Desde hace un par de semanas he estado en una melancolía interna demasiado heavy, he tenido mucho tiempo libre y este lo he gastado pensando en estupideces (literal) y cosas muy planas, que no tienen nada que aportar al mundo, especialmente al mío.

Este ciclo vicioso ha tenido la capacidad de absorber mucha de mi energía ante muchas cosas, pues antes de todo esto había estado en una cúspide emocional maravillosa, de esa que les hablé en el último post que redacté que se llama “Etapas de una (re) Evolución”. Me sorprendió mucho lo rápido que puedes llegar a estar en la cima y como poco a poco vas bajando los escalones para encontrarte con la vulnerabilidad y el pesimismo.

Yo entiendo perfectamente que la vida es una constante variable estadística. Tiene graficas hermosas que te regalan momentos casi románticos, pero también tiene sus instantes donde todo parece tan gris y redundante que solo quieres estar solo y volverte casi un robot. Esto me pasa mientras escribo esto y mientras desperdiciaba muchos momentos haciendo y pensando cosas demasiado banales.

A toda esta lista de ingredientes podemos agregarle (por supuesto) la gente y su maravilloso poder de arrastrar malas energías y pésimas vibras. Miren les contaré algo, ya que estamos en este eterno proceso de tratar de conocernos. Yo soy una persona extremadamente sensible, soy propensa a todo tipo de reacción ante cualquier sentido, pero de una manera, a veces, casi exagerada. Por ejemplo, mi presión arterial hace maravillas conmigo, pues es capaz de pintar mi cara en un tono rojo casi atomatado, lo que lleva al usual comentario: ¡Estás roja! NO SHIT? Yo lo sé, mi cuerpo sabe leer y yo, como todos los seres humanos, soy sensorial y adivina: siento.

Pero yo siento diferente, o por lo menos eso pienso yo. Un comentario o acción puede significar miles de cosas en mi cabeza, mi cerebro lo coloca en cualquier posible escenario para tratar de darle sentido y casi siempre termina en el equivocado y bueno es capaz de crearme conflictos internos demasiado agudos y frustrantes, pero soy muy buena escondiendo esos momentos de internalización de oraciones, porque ¿se imaginan viéndome personificar lo que a veces pienso? Creo que mí diagnostico sería muy tajante: maniática.

Entonces voy al grano, las acciones de las personas, y todo lo que aquello conlleva, son algo muy fuerte para mí; mi mamá siempre me ha regañado por eso con un fuerte: ¡te la pasas analizando a todo el mundo! Pero es que ella (como siempre) tiene razón; siempre lo hago y a veces está a mi favor esa manía, pues me lleva a conocer a profundidad a la gente y ayudarla, hasta donde llegue mi capacidad claro está, para así crear vínculos bastante agradables e incluso especiales. Pero como todo, esto tiene su lado oscuro, pues me lleva también a momentos como estos, donde la frustración que tu llevas contigo diariamente se me termina pegando y donde también el pesimismo que cuelgas en tus conversaciones, acaba por definir mis acciones.

Con esto no pretendo malas interpretaciones, yo no vivo en un cuento de hadas o novela romántica, para nada, la vida, como lo dije antes, es un sube y baja constante. Un sube y baja donde se está, incluso a veces sin querer, en procesos de crecimiento de todo tipo. Ante esto hay que tener en cuenta algo: hay que vivir, así sea un ratico pero hacerlo. Simplemente agradecer lo que hay, así sea poco. Simplemente apreciar lo que está a tu lado o incluso frente a ti, pues eso que vives no puedes regresarlo como si se tratara de una película. Los recuerdos son lo más eterno que existe.

Eso, los recuerdos. Saben que entre todo este haber de trivialidades emocionales, me he refugiado en ver películas. Este es uno de mis hobbies preferidos, disfruto mucho adentrarme en la trama de un largometraje, imaginarme ser cada personaje, criticar alguna que otra cosa, emocionarme. Bueno en resumen ser una ejemplar espectadora. Y pues un día me encontré con esta película que se llama “El secreto de sus ojos”. Película argentina demasiado espectacular como para describírselas o si quiera explicárselas, pues verla fue una degustación visual desde que comenzó hasta que terminó. Yo vi ese momento como si me hubiese caído del cielo, era como si la película hubiese querido que la viera, más allá de yo querer o buscar la manera de verla.

Casi terminando la película uno de los personajes claves de la trama le dice al protagonista: Elija bien, que lo único que nos queda son recuerdos. Ahí, en ese momento cuando aquel hombre dijo eso, yo sentí que me lo decían a mí. Sentí esas palabras tan cerca que no las he podido dejar de pensar, porque ¿Qué estoy haciendo? ¿Qué clase de recuerdos me estoy creando? ¿Qué pasa? No entendía, pero después me dije: así sean buenos o malos, recuerdos al fin son y me dejan lecciones sobre todo lo que debo de repetir y lo que rotundamente debo descartar.

Entonces de esa manera me di cuenta que debo depurarme, una vez más. Pero depurarme no de mi misma, porque eso ya lo hice y se los conté. No, debo limpiarme de lo que me rodea, de esa energía consumidora que, lamentándolo mucho, forma parte de mi país y de mucha gente que me rodea y aprecio mucho. De ese pesimismo y arrogancia que me lastiman como una mismísima daga, de esas actitudes enfermizas que me desgastan y sobre todo, de aquello que no me aporta nada, que no me enseña sino me decepciona y consume.

Por eso a partir de hoy, desde el momento en el que haga público este post me retiro de todo que tenga que ver con aquel mundo consumista que pueda tener de manera física y digital. Me desligo del consumo de cualquier tipo. Quiero que mi vida sea más productiva y didáctica, y menos monótona y aburrida. Quiero poder vivir sin depender de un like, o un compartir o un me gusta. Quiero conocer más allá de lo que la pantalla de mi teléfono me muestra todos los días. Quiero poder enamorarme de otra cosa que no sea lo que llevabas puesto hace dos semanas. Quiero poder decir: No, no uso Instagram o No, no tengo Snapchat (aunque esto último lo digo desde hace un tiempo debido a problemas técnicos con mi teléfono, pero ustedes entienden)

Con esto entonces les aviso que puede que me pierda un par de semanas más, pero no dejaré este espacio, a pesar de haberlo pensado, porque créanme que estaba demasiado frustrada conmigo misma y me estaba volviendo loca internamente. Como les dije soy extremadamente sensible y a veces esa sensibilidad también se filtra a través de la escritura, y este portal, junto con la facilidad que me da para comunicarme así sea con un vacío, es algo demasiado personal y bonito como para simplemente dejarlo u olvidarlo. Este lazo que Misfit Letters ha creado en mí es muy mío y dejarlo sería como defraudarme a mí misma, y eso no me gusta.

Así que aquí me mantengo pero un poco alejada, por ahora. Las redes sociales son un bye bye hasta nuevo aviso, eso incluye la cuenta del blog en Instagram. Deseo poder vivir sin likes de personas que en realidad no me conocen o favoritos de gente que no saben de mis gustos. Ahora mismo quiero muchas cosas y entre esas no está ni las malas vibras, ni las quejas, ni nada que me perturbe y me aleje de mi felicidad y mi cúspide emocional.


Espero entiendan lo que les narro, aunque no está en su potestad entenderme pues esto lo escribo esencialmente para resguardar mi cordura pero como siempre les digo: yo no sé quién está detrás de esto que escribo y no sé de qué manera pueda o no ayudarlos, así que esto es un propósito compartido.

Nos leemos pronto. Xx, M’s.

domingo, 25 de septiembre de 2016

ME COMÍ UNA QUESADILLA

Son las doce de la noche y de pronto me acuerdo que tengo hambre; aparentemente mi alimento desde que almorcé (a eso de las 3 de la tarde) había sido solo un par de películas. Con estas me refiero al nuevo thriller de Nicolas Winding Refn, "The Neon Demon", y una necesaria rom-com que vendría con el protagónico de Daniel Radcliffe y una historia que, como hopeless romantic que soy, me enganchó. Por cierto la película se llama "What if" si desean verla.
La excusa para que tuviese hambre de nuevo, o me acordara que tenía, fue por mi pobre y delicado internet; creo que no me hubiese dado hambre de no ser por el hecho de que este decidió pasar por un ataque de amnesia ante el factor: conexión estable. Este acontecimiento fue la llave para que me despegara de la cama y caminara por mi casa luego de tres horas de matiné. El proceso no es tan lazy como suena, pues ver una película requiere de observación y paciencia, por lo menos en mi caso; básicamente por lo rebelde del internet.
Salí de mi cuarto y lo primero que hice, debo admitirlo, fue conectarme con el Internet de mi vecino. Él no sabe que se lo robo cuando el mío se enferma, es mejor que no lo sepa. Seguramente leerá esto, espero que no lo haga.
Procedo a sentarme en el mueble de la sala, mi hermana se sienta también. Ambas sufrimos en medio de sarcasmos por el mal estado de la conexión. Esto logra una conversación hasta que ella también se acuerda de la clave del wi-fi next door. No la juzgo, yo lo haría también. Bueno, lo hice.
Luego de esto, individualmente nos sumergimos en el teléfono pero igual compartimos; ella fotos “vintage” de aquellos días oscuros de su niñez, oscuros porque los ángulos y filtros de las fotos no eran los más indicados, mientras que yo le mostraba parodias que uno consigue inevitablemente en las redes. Videos y fotos que te hacen olvidar lo overrated que está la nueva película de Elle Fanning, lo mucho o poco que se parece a tu vida la rom-com que acababas de ver, o lo duro que es contemplar ese triángulo amarillo con el signo de exclamación sobrepuesto en esas cuatro rayas que indican acceso ilimitado a la web.
Luego de este momento casi fugaz, mi hermana se va y yo permanezco fervientemente en mi teléfono. Me quedo escogiendo los mejores consejos para una amiga; dándole un poco de la sabiduría, esa que no aplico, muy a menudo, en mí. Típico. Esto lo hago porque la quiero y admiro, y porque a veces me gusta hacer el papel de psicoterapeuta balanceada con un alto conocimiento psico-social. Casi todos mis amigos pueden dar certeza de esto, sus problemas han pasado por mis terapias. Los quiero amigos.
Ella decide irse a dormir, yo cumplo con despedirme. La terapia iba muy bien, yo quería seguir instruyendo mi palabrería pero ella estaba cansada y pues terminó la conversación. 
                                                                     
     Volví a las redes, pero nada me satisfacía, era solamente ver fotos que no me interesaban realmente, pues todavía, mentalmente, repetía consejos que le servirían a mi amiga. Decidí entonces bajar mi teléfono y hablar con mi papá, quien se encontraba en la computadora esperando una respuesta o mejor dicho una recomendación cinematográfica por parte de la página en la que se encontraba conectado; llevaba como diez minutos viendo títulos, posters y muchas propagandas dignas de virus, y todavía no sabía con que se iba a deleitar la vista.
Converso con él un rato, el intercambio dio cabida a que rechazara la salida para ir a un evento, el cual le comenté en días pasados, pero el cual el no proceso sino hasta hacia unos minutos cuando le recordé. Lo entiendo; lo entiendo por la zona donde se haría y porque simplemente yo, si fuese padre, a lo mejor tampoco me hubiese dejado ir, a pesar de que tenía una ganas mortales, considerando que Caramelos de Cianuro se presentaría en ese evento. Sí, es duro, lo sé. Asier, algún día... algún día.
                                  
      Ese firme "¡No!" Me abrió un nudo en el estómago enorme, pero no por el desacuerdo o testarudez de querer ir, sino más bien porque el hambre que tenía era más y más. Me había mantenido entretenida para ver si se me quitaba, pero pensé en todo lo que dejaría de comer en aquel evento y mi estómago hizo fiesta con mi subconsciente. Era hora de entrar a la cocina.
Me dirigí hacia la mesa donde siempre hay retazos de pan. No había ni una bolsa con migajas. Continúo. Abro la alacena para ver si ahí había algo que por lo menos restara el concierto de sonidos que tenía mi estómago; solo habían cosas que requerían de muchos utensilios y horas que no fuesen dignas de la madrugada. Cierro y me voy a la nevera, y ahí estaba mi mejor opción. Fácil, residía en una bolsa de plástico; ahí siempre se consiguen cosas que no toman mucho tiempo y que son prominentemente malas para la salud. Esa bolsa brillaba, eran unas tortillas de maíz, esas que cuestan más de lo que en realidad llenan. Ahí estaban esperando por mí.
Tomo la bolsa como si fuese de vida o muerte, pero luego recuerdo que no tengo nada seguro con que acompañarlas. Mi mirada da vueltas por la nevera hasta que vi mi otro santo grial. En una bolsa había ¡Queso guayanés! (ingrediente sagrado en la comida venezolana) Me emocioné y lo agarré como si aquello era caviar, el cual degustaría con la mejor selección de galletas saladas. Para mi aquello parecía un banquete.
Coloco mis ingredientes en el sartén y comienzo a cocinarlos. Debo admitirles algo, mi emoción por el queso duró muy poco, pues luego vi mejor el contenido e imaginé una gran indigestión, pero me sentía como en un programa de comida así que continúe con mi receta.
Procedo a esperar que se cocine el queso encima de la tortilla. Por el olor a una potencial comida quemada, apago el fuego y saco mi tan esperada cena. Mientras esperaba para que estuviesen listas, me preparé un jugo de naranja, el cual con la posible combinación de un queso en mal estado, mi estómago iba a tener pesadillas esa noche. Yo esperaba que no fuese así.
Me dirijo con mi menú a la sala, me siento en el mueble y ahí fue donde todo esto que leen tuvo cabida. Levanté esa tortilla con queso derretido, con una textura entre tostado y blando y fue como tener un deja-vú. Fue como si me pasara una estrella fugaz a solo centímetros de mi boca. Fue un banquete para mi imaginación.
     ¡Me estaba comiendo una quesadilla! Yo sin si quiera saberlo, sin intención alguna, me preparé una quesadilla. Me estaba comiendo un plato que no es la gran maravilla del mundo, pero que es un cliché en cualquier chick-flick que se pueda encontrar en línea o en una tienda. Estaba saboreando una simple tortilla con queso (que esperaba no estuviese malo).
Mientras me comía mi quesadilla pensé en esto que leen. Mientras me comía mi quesadilla recordé todo el tiempo que tenía sin escribir por gusto y placer. Mientras me comía mi quesadilla recapitulé todo lo que sucedió para yo estar sentada en mi sala comiendo tan simple gastronomía. Mientras me comía mi quesadilla repetí mi conversación con él, aquella que tuve hace días, que fue tan inesperada como el resultado de mi cena. Mientras comía mi quesadilla las palabras fluyeron como el mismísimo aire, volvieron a mi luego de meses sin saber a dónde se habían ido; regresaron con hambre pero listas para probar la próxima quesadilla, pues preparé dos.
Aquella comida fue un festín, no tanto para mi estómago, pues mientras continuo escribiendo esto sigo teniendo hambre (#fatandproud). Fue una sorpresa para mi cerebro o por lo menos para aquella parte que le encanta escribir y expresarse a través de letra, que muchas veces sin sentido ni razón. Fue un despertar luego de meses sin usar este espacio. Fue lindo e inesperado. Ojalá todo fuese así.
Espero esta quesadilla se mantenga un rato para yo poder escribir (me) y contarles más a menudo, pues sé que nos tenemos olvidados... Bueno, olvidados no, ya que yo siempre tengo este espacio muy cerca de mí, pero sí dejados. Prometo que trataré de no dejarnos, por lo menos no durante un tiempo.
Mis quesadillas me supieron a gloria, más por lo que fueron capaz de regresarme que por lo que llenaron.
P.d: Vuelvo con ganas de mantener mejor este espacio, pero no prometo nada todavía. Pienso en hacerle cambios a la plataforma, el próximo post a lo mejor sea sobre eso. Mientras anímense a prepararse una quesadilla, puede que sea bendita para ti también. La receta es sencilla y pura para el alma, por lo menos para la mía lo fue.


Nos leemos pronto. Xx, M's.

viernes, 1 de julio de 2016

Nº 4: A TI, FELIZ ANIVERSARIO

Querido amor:
Cuando estamos en esa búsqueda del amor, nos hacemos en nuestra mente muchos rostros, muchas formas pero al final no sabemos con exactitud quien será ni cómo será esa persona hasta que lo haces consciente; porque incluso cuando llega, a veces no nos damos cuenta.
Me pasó contigo, estaba en ese período de la vida en el que en cada persona que veía buscaba el rostro de mi amor, como te has podido dar cuenta, he sido, soy y seré una romántica que cree en cosas que suceden en las películas; pero como sabes también,  soy despistada, no me daba cuenta que tú estabas allí. En varias oportunidades simplemente no quería verte, pues en ese momento mis prejuicios pesaban más.
Pero me fui sorprendiendo contigo, con tu forma de pensar, de ser y esos prejuicios cada vez más fueron perdiendo su peso, hoy puedo decir que desaparecieron hace ya bastante tiempo. Lo cierto es que me enamoré, no desde el principio ni completamente pero si progresiva y definitivamente. Soy de procesos  (eso también lo sabes) para mí las cosas llevan tiempo, incluso las que no lo requieren (o no de mucho tiempo).
Te amo grande, y qué privilegio que ese amor sea recíproco, qué privilegio el tener la oportunidad de descubrirte, de besarte, abrazarte, acariciarte, escucharte, mirarte, pensarte, besarte nuevamente y amarte muchas otras más. Hoy se cumple un año de aquella pregunta cuya respuesta era bastante obvia pero sirvió para el inicio de “nosotros”.  Un año en el que no han faltado los besos, las peleas (en su mayoría tontas) los acuerdos, bromas, risas, lágrimas y pare de contar.
No sabemos cuánto vaya a durar esto, si te soy sincera en este instante no me importa, solo sé que te amo y que he disfrutado y disfrutaré de cada momento en que estemos juntos, en el que podamos ser tú y yo. No tengo afán por el futuro, está bien, todo a su tiempo como ha sido hasta ahora, Vamos a continuar, a mejorar y crecer.
Gracias amor por tu paciencia, tu generosidad, esa que poco se ve en estos tiempos. Por escucharme incluso cuando ni yo misma puedo hacerlo. Por ser tan dulce pero no demasiado (el punto perfecto). Por ser tan sincero y transparente, sé que en donde te busque serás siempre el mismo; tan ocurrente, divertido, determinado, sonriente…tan tú
Gracias por amarme como soy, enseñarme cómo es un noviazgo; gracias por ser el rostro y la forma de ese amor que busqué y que no apareció hasta que Dios así lo decidió. Gracias por permitirme amarte y ser parte de tu vida.
   Hay una frase que he leído varias veces y que me encanta: “Que me perdonen mi amores viejos por considerar este como el primero” así es, el primero, el real. Eso eres para mí.

¡FELIZ PRIMER ANIVERSARIO!
TE AMO GRANDE, Lore.



lunes, 20 de junio de 2016

ETAPAS DE UNA (re) EVOLUCIÓN



Sí, las imperfecciones existen, están regadas por toda nuestra existencia. Son todo aquello que nos quita (muchas veces) el sueño y que desesperadamente nos pone en cuestión ante la sociedad, pues ésta no recibe bien las imperfecciones; todo lo que no es simétricamente perfecto, en un mundo simétricamente imperfecto, es un error y por eso hay que cambiar. ¡Ya va! Vamos a revolucionar esto un poco.

A medida que yo iba creciendo, como estoy segura a muchos les ha pasado esto, (si esto no te paso, puedes continuar leyendo, para que conozcas otra historia) el proceso de crecimiento no fue un camino tan fácil como muchas veces parecía ser desde las paredes de la privacidad que uno mismo crea. Ese crecimiento se sentía incomodo, puedo llegar a decir que no lo disfrute y que no quisiera volver a esa etapa de nuevo. Empecemos explicando la primera etapa, ésta vamos a llamarla: “incomodidad”.

“Incomodidad” se manifestó durante la mayoría de mi estancia en el colegio. Primaria fue cool los primeros tres años, la gente todavía era un poco humana a tan corta edad. No sé qué sucede pero a veces al crecer esa humanidad se separa de nosotros y nos convertimos en una basura social. Entonces ¿Ya más o menos se imaginan? Sí, school sucked the next few years.

"Está bien seguir creciendo"
Las cosas internamente, en este punto, no iban bien. Pase de ser mi mejor amiga, a ser la sombra más triste que me acompañaba. Creo que pesimista es el mejor apodo que me puedo conseguir para esa época. Todo iba mal, por lo menos socialmente. Del otro lado del charco, en mi casa, había exceso de entendimiento y amor. Hubiese deseado que en colegio las cosas fluyeran igual. Pero no importa, la fuerza se obtiene desde los momentos más débiles.

Pasaron los años y continuaba creciendo; se manifestaban cada vez más cosas y con cada manifestación, una explicación de mi parte. Los cuestionarios, debates y reuniones “para tu bienestar” fueron construyendo el resto de mi vida como una puberta. Que de pubertad no tuvo nada, fue todo un crecimiento casi obligatorio, se me exigió ser madura, antes de siquiera poder saber que era un reflejo sano en el espejo. Pero calma, no vayamos a llorar. De eso hubo suficiente. Créanme que sí.

Esta obligación prematura fijo mis primeros años en el colegio. Luego llego un cambio de camisa y obligaciones y ahí… pues ahí empieza otra etapa. La llamo “rechazo”. Cabe destacar que ambas vienen de la mano y ahí es cuando tratas de amoldarte al lugar y dejas de aceptar tus imperfecciones y buscas tu reflejo en la sombra de alguien más. Rechazas toda tu existencia, no hay cosa que no quieras cambiar.

Ok, entonces “rechazo” comienza en bachillerato. Este periodo para muchos es lo más hermoso, especial e inolvidable que puede existir; las películas se encargan de eso, de mostrar escenas casi irreales, donde la secundaria es el motivo para escribir sonetos llenos de abrazos, amistad e integración. Para a esta película obviamente no fui invitada, but that’s ok, preferí aprender de otros géneros cinematográficos, que calarme otra chick flick más. Para eso hay #NetflixAndChill y un montón de páginas con virus, para que puedas ver esas pelis “integradoras”.

"No te veas a través de sus ojos"

Esa palabra… integración. ¿Qué es eso? Querido bachillerato ¿Tienes un ejemplo? Es que de verdad que no entiendo bien esa expresión. Adivinen porque ¡Tin, tin, tin! Sí, eso tampoco supo accionar la gente con la que convivía diariamente, pues necesitabas ser un robot (literal) para poder encajar y ser considerado “friend material”. Quise tirarme una de Robin Williams en: El Hombre Bicentenario (donde curiosamente es un robot)  pero mi presupuesto no me daba. Too bad for me.

A lo mejor todo esto sonará súper “pobre de mí” pero no es así, es que simplemente este blog es mío y expreso lo que quiero y pues hoy me dio por contarles esta historia. Así que sigamos con esta travesía, a lo mejor te ayuda y quien sabe… incluso te puedes relacionar o mejor aún,  saber qué hay del otro lado de la moneda de aquel que comparte contigo un salón y así aprendes a no juzgar tanto y simplemente dejar vivir.

Entonces ¿Dónde me quedé? Aja, seguimos en la etapa del “rechazo”. Bueno esta fase fue de la más eterna diría yo, no fue la peor, pues en “incomodidad” pasaron cosas más intensas, que no vienen al caso, porque hay que mantener la privacidad, pero si parecía que los años de bachillerato nunca acabarían. Que los rumores no cesarían y que las suposiciones y el aislamiento jamás se irían. No fue fácil para mí pasar por tres años con camisa azul y dos con camisa beige. De paso que los colores no me favorecían.


"Se lo mejor de ti. La vida es corta. Haz lo máximo"

Entre toda esta controversia, obviamente se encuentra el hecho de no tener mucha gente con la que compartir ciertas experiencias y eso es como una pila, tiene dos lados: uno positivo y otro negativo. Por el lado nice, tenemos que aprendí a valorar muchísimo más a mi familia, pues para ellos no existen los estereotipos. Ellos siempre estuvieron. Y bueno por el lado negativo, ya ustedes saben, el mismo bla bla bla de siempre: las fiestas a las que no fui, los amigos cool que nunca tuve y por supuesto el bendito noviazgo de novela juvenil que ¿Guess what? Tampoco pasó, pero #PaLante.

En el intermedio de todo esto logré una que otra amistad que hasta el sol de hoy se mantiene, gente que prueba que no son robots como yo pensaba.  Logré también valorar más lo interno que lo externo; que el dinero es solo una excusa ante los maravillosos momentos que la vida te regala con un simple minuto de risas y tertulias infinitas. Ahí donde el poder adquisitivo no tiene entrada, pues en la vulnerabilidad todos somos igual de humanos. Así también, entendí que mi historia en esta etapa no debía ser perfecta, pues ¿Cuándo es la vida completamente así? De las imperfecciones se obtienen los regalos más bonitos, pues aprendes a estimar aquello que a lo mejor otro quisiera, pero no tiene.

“Rechazo” terminó exitosamente, bueno… solo al final tuvo esa virtud. Me gradué y fui la persona más feliz de todo el universo. En el instante que me di cuenta que no tendría que volver a pasar por un pasillo lleno de miradas intensas, de divisiones sociales y de ese poco agraciado uniforme, de verdad casi fui capaz de pararme en el medio del escenario durante la ceremonia de graduación y gritar:… no, no, por aquí no decimos esas cosas. Yo les dejo a la imaginación lo que pude haber dicho o hecho, simplemente imagínense de esas escenas de donde el más “tranquilo” toma la batuta de su instante y se vuelve irreverente y no le importa nada. Creo que tampoco lo hice por mi filosofía de películas que les contaba arriba: quédate con otros géneros,  nada de chick flicks.

Entonces esto se acabó, decidí clausurar esos once años de etapas, fases y mucho protocolo y empezar a conocerme. Empezar a analizarme y aprender de todo aquello que alguna vez fue una pesadilla. No me tomó mucho tiempo dedicarme un poco a mí, pues es como cuando aprendes a usar algo y te encanta y no quieres dejarlo ¿Qué mejor vicio que comenzar a quererme?

"Todo estará bien pronto, solo espera y no te preocupes tanto"

Sí, obvio a quererme. Porque en el medio de todo aquello que les conté, había una negación interna muy profunda. Nadie me juzgaba mejor que yo misma. Nadie sabía apartarse mejor que yo. Pero admito que no todo fue mi culpa, porque eso de obligarme a madurar antes de tiempo si tuvo demasiado impacto ante lo que el espejo decía de mí, porque en realidad no fue maduración sino una excesiva obsesión a cambiarme, y yo traté y traté pero es que es imposible hacerlo porque uno no cambia, uno evoluciona. Uno se transforma en una mejor versión de sí mismo, o por lo menos trata, y eso, lamentablemente, no lo entendía mucha gente, empezando por mí. Porque si la semilla la puso otro, yo dejé que creciera el árbol y sacara raíz; yo misma la regaba, en vez de haber cortado el tallo apenas empezó a florecer. Pero ¡hey! Uno no tiene un Delorean ni para el futuro y mucho menos para el pasado. Así que simplemente toca aprender.

Luego de esto, de empezar a entenderme y conocerme un poquito, empezó una etapa que me tiene encantada, una donde la libertad no tiene precedentes. Esa de la que te hablan, pero que, a veces, parece muy lejos. Ésta nueva fase se llama “cambios”. La depuración en este proceso es clave, hay que limpiarse completamente de todo aquello que antes te hacía sentir miserable e incompleto. Depurar es un término muy de doctor, vamos con una mejor: Purificar. Mejor. Me he purificado.

Así como limpias también tienes que empezar a agregar cosas nuevas; toca salir un rato de tu zona de confort y enfrentarte al mundo. Parecerá muy cursi pero yo creo que por lo que ya les he contado, me entenderán. Yo comencé por agregar amigos a mi receta de vida. La amistad y camaradería para mi han sido espacios muy difíciles, y no por mi precisamente, sino porque el otro lado siempre parecía estar en un eterno concurso de talento. Eran como si todos hubiesen tenido un botón, tipo The X Factor, y a la primera de un intento: ¡Next! Oye que mala educación la de la gente, pero no importa porque dejé a los mal educados para conseguirme gente tan sencilla, humilde y humana, que parecen irreales.

Aquí nuevamente me di cuenta de algo que siempre he tenido muy claro: la gente no nace, la gente se hace. Tus papás pueden ser presidentes, abogados, ingenieros o incluso artistas, pero si en ti no enfundan un toque de humanidad, respeto e integración, usted no es gente. Porque a pesar de que tus padres te crían y te enseñan, uno también es un ser autónomo y podemos decidir sobre nuestras acciones, y si eliges no ser gente, pues no lo eres y ya. Too bad for you.

"Y esta es la parte donde descubres quién eres"
Otro elemento clave en todo esto: la felicidad. Este es un principio algo complicado, porque no se llega a la felicidad a través de métodos ortodoxos, es un proceso intrapersonal y con una profundidad increíble. Cuando se es feliz, se es uno mismo. Estoy satisfecha y complacida con el granito de felicidad que tengo ahorita mismo, incluso ahora mientras escribo esto que ahora tu lees. Porque en otro momento, circunstancia o etapa, no hubiese sido capaz de expresar esto. Ser feliz es mi mayor gratitud.

¡Este cuento si ha sido largo! Según el contador de caracteres llevo: 1811 palabras entre todo esto que les conté ¡Vaya lata! Pero este espacio lo creé principalmente para no limitarme, para no crear divisiones sociales o fronteras personales, esto que leen es la mayor representación que les puedo dar de la etapa de “cambios”, pues todavía no ha acabado, sigo en un eterno proceso de aprendizaje, amor, respeto y comprensión. Sigo en la búsqueda de no cometer los mismos errores que una vez cometieron conmigo. Continúo escribiendo el mejor conjunto de momentos y experiencias.

En definitiva, el proceso de evolución (no cambios, evolución) sigue ahí, a flor de piel y en constante inversión de canales, para bien o para mal. Uno permanece en un continuo aprendizaje, tanto personal como colectivo. En fin, mi vida se encuentra en una cúspide, a lo mejor efímera, pero cúspide al fin. La sigo admirando desde mi más profundo orgullo. Hacia mi obviamente, porque los demás, los chimbos de la historia, a ellos solo les admiro las ganas ¡Porque hay que ser bien ladilla para tratar de bajar a uno de su nube personal! Ups… sé que dije sin groserías, pero es que ¿Cómo se los explicaba mejor para que entendieran? Ahora ya no necesitamos más explicación, sino seguir viviendo y dejando vivir.

P.d: Vive tus imperfecciones, ámalas y sobre todo respétalas. NADIE puede apreciarlas mejor que tu, y está en ti llevarlas con orgullo. No dejes nunca que ninguna persona, a parte de ti, dictamine por donde debes o no caminar. Se tu mismo, siempre. No a todo el mundo le agradará eso pero ¿Tu naciste para vivir a las expectativas de otros? Jamás. Vive, y hazlo con la mayor plenitud.


Xx, M’s

SIN PENA NI GLORIA


Yo creo que la gran mayoría de la gente que me conoce sabe que me he convertido en una fiel defensora del género femenino, no que antes no lo fuera, pero creo que ya no callo ciertas cosas y ésta, en definitiva es una de ellas. Quedarme callada ante injusticias, de cualquier índole,  se me hace una tarea difícil.

Es así como, hace ya un par de semanas mientras rondaba por mis redes sociales, me encuentro con un artículo que hablaba sobre un caso de violación en la universidad de Stanford en California. Al leer el escrito completo, la sensación que tuve fue extremadamente desagradable. ¿Por qué? Muy simple, el bastardo (el violador), Brock Turner, fue sentenciado solo a seis meses de cárcel debido a que el juez que lleva el caso   consideraba que más tiempo podría ser “perjudicial para las condiciones del acusado”.



Dibujos de la artista visual peruana María María Acha-Kutscher en representación a la lucha contra los actos de violación, a través de los años, por parte de las mujeres

La sentencia me produjo una agitación indescriptible, más que injusta me parecía mentira. Parecía sacada de una película donde al juez le pagan por dar una sentencia volteada o peor aún, falsa. A pesar de todo, no me parecía extraño todo lo que leía, pues las violaciones y la denigración femenina son realidades muy tajantes y constantes.

¿Cómo se esto? Sencillo, si colocamos un sistema de medición, encuestamos al público y les damos dos posibilidades: es culpa de la victima/es culpa del violador. Los resultados serían muy exactos y habría una mayoría considerable ante la opción número uno: es culpa de la victima.

Parece increíble considerando que vivimos en un mundo “más amplio” pero estos resultados no los formule yo deliberadamente, son respuestas que marcan las paredes de la sociedad en donde vivimos. De aquella sociedad que habla del respeto, pero no lo practica. De aquella que profesa su admiración ante las mujeres, pero “fue su culpa por haber tomado tanto ese día”.

¿El tomar más de lo debido me hace calificada para una violación? ¿El que mi cuerpo se encuentre en un estado de inconsciencia te da el derecho a ti de atacarme sexualmente? ¿Acaso soy yo un juguete sexual? Estas preguntas no son capaces de simplificar el peso que tiene la cultura de violación en nuestro día a día.

Yo traté de imaginarme la escena de esa chica, inconsciente, sin ningún poder sobre las respuestas de su cuerpo y la hostilidad y autoridad que el bastardo tuvo que haber ejercido ante ella. Me lo imaginé y no quise imaginármelo más. Porque ¡Ya basta!.


"Los violadores violan gente no atuendos"

Basta de injusticias e impugnaciones ante el respeto, la humanidad y la integridad de las victimas de estos ataques. No deseo vivir en una sociedad que tolere el maltrato femenino de cualquier tipo, que permita la acción de bajezas tan grandes como es la de este caso y la realidad que viven mujeres alrededor del mundo, donde se nos trata como objetos y no como seres pensantes. Donde el ser hombre es un privilegio y el ser mujer una desgracia.

Donde se permita crecer en un hogar en el cual la mujer es minimizada y el hombre magnificado. Uno donde un padre haga pública una carta de “indignación” ante la acusación que se le hace a su hijo por unos simples “minutos de diversión”, tal como es el caso del padre de Brock Turner. Uno donde las agallas no tienen limite.

Definitivamente me sigue sorprendiendo la inmoralidad ante estos casos. Porque ante los ojos del mundo y sus encuestados, como lo mencione arriba, es la victima quien tiene la culpa, es ella quien siempre se pasa con las copas y quien debería ser más cuidadosa con sus decisiones. Porque definitivamente el género siempre tiene más peso que el mismísimo acto de sentencia ante la vejación humana, como lo es violar las decisiones de alguien ante su cuerpo. Porque según las estadísticas siempre seré yo y no el.

Ya que fue ella quien no grito lo suficiente para que no la violaran o peleó lo suficiente para que no la tocaran, porque ¿Qué hacia ella ahí? ¿Por qué no estaba en su dormitorio leyendo o durmiendo? ¿Qué hacia disfrutando de una noche de fiesta como cualquier otra, donde la bebida es solo eso y ni el combustible para que la violen?

 Preguntas nuevamente complicadas para las estadísticas, las cuales la sociedad todavía no está preparada para responder, pues no todos saben el concepto de defensa de género y mucho menos el de respeto. Seguimos viviendo en un mundo con muchas preguntas y pocas respuestas. Qué triste, que triste para mí y para ti. Para mis hijos y los tuyos. Para la sentencia de seis meses de Brock Turner y la sentencia de por vida de su víctima.

"Sobreviviente"

Este caso y todo lo que conlleva, es un ejemplo perfecto de que las violaciones son un tema a flor de piel. Es una incisiva verdad ante la cual miles de mujeres, en todo el mundo, viven. Donde su cuerpo es simplemente eso, un cuerpo. No existe más ante los ojos de aquellos monstruos que toman su integridad sin permiso y que se hacen llamar humanos, cuando en ellos no existe humanidad, pues en ellos no hay vida. Qué triste existir y no tener vida. Que hipocresía.

Qué triste que la lucha siga siendo minoría y no una mayoría necesaria, un mundo lleno de irrespeto e impulsos, es un mundo muy basura. Qué lamentable que estos actos sean considerados comunes, como si se tratara de cotidianidades como caminar o respirar. Como si fuese una mentira o excusa más para ser consideradas débiles o peor aún las causantes del ataque.

A pesar de las suposiciones o pensamientos colectivos, todavía existe una luz después de este túnel tan asqueroso, pues ante todo la mujer sigue siendo un fidedigno ejemplo de fuerza, pues en nosotras existe humanidad y representamos vida. Somos todo aquello que ni Brock Turner, ni su padre ni ningún otro bastardo son. Somos valentía y resistencia. Somos una fuerza real y tajante. No somos un juguete, ni unos minutos de entretenimiento ni mucho menos un producto. ¡Somos nosotras siempre! Pues yo no le pertenezco a nadie más que a mí misma.


"NO a la violaciones"
En definitiva la persona capaz de cometer un acto de violación, maltrato o vegación ante la mujer es un bastardo sin gloria ni pena, ni pena ni gloria. Es un cuerpo pero sin alma, es un hombre pero sin agallas, es simplemente una firma para su acto: un violador. No existe más para él. No hay más que pueda describirlo. 

Pero si hay más que se puede hacer para que no exista ni una violación, maltrato o vejación más. Para que existan más hombres y menos bastardos. Para que existan mejores historias y menos sentencias. Para que tú y yo podamos ser uno, pero un uno donde yo no me sienta obligada o maltratada. Un uno donde exista armonía y respeto. Donde yo sea yo y tú sea tu.


Todo viene de la mano de cada uno de nosotros, de todos lo que conformamos esta sociedad que se mancha con la injusticia y el irrespeto. Está en nosotros poder transformar este triste ejemplo en una oportunidad para hacer las cosas mejores y demostrar que la culpa no es mía, ni tuya, sino de aquel que solo busca unos minutos de placer.  Está en el respeto y conciencia de todos poder acabar con la cultura de violación.


Xx, M's