Sí, las
imperfecciones existen, están regadas por toda nuestra existencia. Son todo
aquello que nos quita (muchas veces) el sueño y que desesperadamente nos pone
en cuestión ante la sociedad, pues ésta no recibe bien las imperfecciones; todo
lo que no es simétricamente perfecto, en un mundo simétricamente imperfecto, es
un error y por eso hay que cambiar. ¡Ya va! Vamos a revolucionar esto un poco.
A medida que
yo iba creciendo, como estoy segura a muchos les ha pasado esto, (si esto
no te paso, puedes continuar leyendo, para que conozcas otra historia) el
proceso de crecimiento no fue un camino tan fácil como muchas veces parecía ser
desde las paredes de la privacidad que uno mismo crea. Ese crecimiento se sentía incomodo, puedo llegar a decir que no lo disfrute y que no quisiera volver a
esa etapa de nuevo. Empecemos explicando la primera etapa, ésta vamos a llamarla:
“incomodidad”.
“Incomodidad”
se manifestó durante la mayoría de mi estancia en el colegio. Primaria fue cool
los primeros tres años, la gente todavía era un poco humana a tan corta edad.
No sé qué sucede pero a veces al crecer esa humanidad se separa de nosotros y
nos convertimos en una basura social. Entonces ¿Ya más o menos se imaginan? Sí,
school sucked the next few years.
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| "Está bien seguir creciendo" |
Las cosas
internamente, en este punto, no iban bien. Pase de ser mi mejor amiga, a ser la
sombra más triste que me acompañaba. Creo que pesimista es el mejor apodo que
me puedo conseguir para esa época. Todo iba mal, por lo menos socialmente. Del
otro lado del charco, en mi casa, había exceso de entendimiento y amor. Hubiese
deseado que en colegio las cosas fluyeran igual. Pero no importa, la fuerza se
obtiene desde los momentos más débiles.
Pasaron los
años y continuaba creciendo; se manifestaban cada vez más cosas y con cada
manifestación, una explicación de mi parte. Los cuestionarios, debates y
reuniones “para tu bienestar” fueron construyendo el resto de mi vida como una
puberta. Que de pubertad no tuvo nada, fue todo un crecimiento casi
obligatorio, se me exigió ser madura, antes de siquiera poder saber que era un
reflejo sano en el espejo. Pero calma, no vayamos a llorar. De eso hubo
suficiente. Créanme que sí.
Esta
obligación prematura fijo mis primeros años en el colegio. Luego llego un
cambio de camisa y obligaciones y ahí… pues ahí empieza otra etapa. La llamo
“rechazo”. Cabe destacar que ambas vienen de la mano y ahí es cuando tratas de
amoldarte al lugar y dejas de aceptar tus imperfecciones y buscas tu reflejo en
la sombra de alguien más. Rechazas toda tu existencia, no hay cosa que no
quieras cambiar.
Ok, entonces
“rechazo” comienza en bachillerato. Este periodo para muchos es lo más hermoso,
especial e inolvidable que puede existir; las películas se encargan de eso, de
mostrar escenas casi irreales, donde la secundaria es el motivo para escribir
sonetos llenos de abrazos, amistad e integración. Para a esta película
obviamente no fui invitada, but that’s ok, preferí aprender de otros géneros cinematográficos,
que calarme otra chick flick más. Para eso hay #NetflixAndChill y un montón de páginas
con virus, para que puedas ver esas pelis “integradoras”.
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| "No te veas a través de sus ojos" |
Esa palabra…
integración. ¿Qué es eso? Querido bachillerato ¿Tienes un ejemplo? Es que de
verdad que no entiendo bien esa expresión. Adivinen porque ¡Tin, tin, tin! Sí,
eso tampoco supo accionar la gente con la que convivía diariamente, pues
necesitabas ser un robot (literal) para poder encajar y ser considerado “friend
material”. Quise tirarme una de Robin Williams en: El Hombre Bicentenario
(donde curiosamente es un robot) pero mi
presupuesto no me daba. Too bad for me.
A lo mejor
todo esto sonará súper “pobre de mí” pero no es así, es que simplemente este
blog es mío y expreso lo que quiero y pues hoy me dio por contarles esta
historia. Así que sigamos con esta travesía, a lo mejor te ayuda y quien sabe…
incluso te puedes relacionar o mejor aún,
saber qué hay del otro lado de la moneda de aquel que comparte contigo
un salón y así aprendes a no juzgar tanto y simplemente dejar vivir.
Entonces
¿Dónde me quedé? Aja, seguimos en la etapa del “rechazo”. Bueno esta fase fue
de la más eterna diría yo, no fue la peor, pues en “incomodidad” pasaron cosas
más intensas, que no vienen al caso, porque hay que mantener la privacidad,
pero si parecía que los años de bachillerato nunca acabarían. Que los rumores
no cesarían y que las suposiciones y el aislamiento jamás se irían. No fue
fácil para mí pasar por tres años con camisa azul y dos con camisa beige. De
paso que los colores no me favorecían.
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| "Se lo mejor de ti. La vida es corta. Haz lo máximo" |
Entre toda
esta controversia, obviamente se encuentra el hecho de no tener mucha gente con
la que compartir ciertas experiencias y eso es como una pila, tiene dos lados:
uno positivo y otro negativo. Por el lado nice, tenemos que aprendí a valorar
muchísimo más a mi familia, pues para ellos no existen los estereotipos. Ellos
siempre estuvieron. Y bueno por el lado negativo, ya ustedes saben, el mismo
bla bla bla de siempre: las fiestas a las que no fui, los amigos cool que nunca
tuve y por supuesto el bendito noviazgo de novela juvenil que ¿Guess what?
Tampoco pasó, pero #PaLante.
En el
intermedio de todo esto logré una que otra amistad que hasta el sol de hoy se
mantiene, gente que prueba que no son robots como yo pensaba. Logré también valorar más lo interno que lo
externo; que el dinero es solo una excusa ante los maravillosos momentos que la
vida te regala con un simple minuto de risas y tertulias infinitas. Ahí donde
el poder adquisitivo no tiene entrada, pues en la vulnerabilidad todos somos
igual de humanos. Así también, entendí que mi historia en esta etapa no debía
ser perfecta, pues ¿Cuándo es la vida completamente así? De las imperfecciones
se obtienen los regalos más bonitos, pues aprendes a estimar aquello que a lo
mejor otro quisiera, pero no tiene.
“Rechazo”
terminó exitosamente, bueno… solo al final tuvo esa virtud. Me gradué y fui la
persona más feliz de todo el universo. En el instante que me di cuenta que no
tendría que volver a pasar por un pasillo lleno de miradas intensas, de divisiones
sociales y de ese poco agraciado uniforme, de verdad casi fui capaz de pararme
en el medio del escenario durante la ceremonia de graduación y gritar:… no, no,
por aquí no decimos esas cosas. Yo les dejo a la imaginación lo que pude haber dicho
o hecho, simplemente imagínense de esas escenas de donde el más “tranquilo”
toma la batuta de su instante y se vuelve irreverente y no le importa nada.
Creo que tampoco lo hice por mi filosofía de películas que les contaba arriba: quédate
con otros géneros, nada de chick flicks.
Entonces esto
se acabó, decidí clausurar esos once años de etapas, fases y mucho protocolo y
empezar a conocerme. Empezar a analizarme y aprender de todo aquello que alguna
vez fue una pesadilla. No me tomó mucho tiempo dedicarme un poco a mí, pues es
como cuando aprendes a usar algo y te encanta y no quieres dejarlo ¿Qué mejor
vicio que comenzar a quererme?
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| "Todo estará bien pronto, solo espera y no te preocupes tanto" |
Sí, obvio a
quererme. Porque en el medio de todo aquello que les conté, había una negación
interna muy profunda. Nadie me juzgaba mejor que yo misma. Nadie sabía
apartarse mejor que yo. Pero admito que no todo fue mi culpa, porque eso de
obligarme a madurar antes de tiempo si tuvo demasiado impacto ante lo que el
espejo decía de mí, porque en realidad no fue maduración sino una excesiva
obsesión a cambiarme, y yo traté y traté pero es que es imposible hacerlo
porque uno no cambia, uno evoluciona. Uno se transforma en una mejor versión de
sí mismo, o por lo menos trata, y eso, lamentablemente, no lo entendía mucha
gente, empezando por mí. Porque si la semilla la puso otro, yo dejé que
creciera el árbol y sacara raíz; yo misma la regaba, en vez de haber cortado el
tallo apenas empezó a florecer. Pero ¡hey! Uno no tiene un Delorean ni para el
futuro y mucho menos para el pasado. Así que simplemente toca aprender.
Luego de esto,
de empezar a entenderme y conocerme un poquito, empezó una etapa que me tiene
encantada, una donde la libertad no tiene precedentes. Esa de la que te hablan,
pero que, a veces, parece muy lejos. Ésta nueva fase se llama “cambios”. La
depuración en este proceso es clave, hay que limpiarse completamente de todo
aquello que antes te hacía sentir miserable e incompleto. Depurar es un término
muy de doctor, vamos con una mejor: Purificar. Mejor. Me he purificado.
Así como
limpias también tienes que empezar a agregar cosas nuevas; toca salir un rato
de tu zona de confort y enfrentarte al mundo. Parecerá muy cursi pero yo creo
que por lo que ya les he contado, me entenderán. Yo comencé por agregar amigos
a mi receta de vida. La amistad y camaradería para mi han sido espacios muy
difíciles, y no por mi precisamente, sino porque el otro lado siempre parecía
estar en un eterno concurso de talento. Eran como si todos hubiesen tenido un
botón, tipo The X Factor, y a la primera de un intento: ¡Next! Oye que mala
educación la de la gente, pero no importa porque dejé a los mal educados
para conseguirme gente tan sencilla, humilde y humana, que parecen irreales.
Aquí
nuevamente me di cuenta de algo que siempre he tenido muy claro: la gente no
nace, la gente se hace. Tus papás pueden ser presidentes, abogados, ingenieros
o incluso artistas, pero si en ti no enfundan un toque de humanidad, respeto e
integración, usted no es gente. Porque a pesar de que tus padres te crían
y te enseñan, uno también es un ser autónomo y podemos decidir sobre nuestras
acciones, y si eliges no ser gente, pues no lo eres y ya. Too bad for you.
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| "Y esta es la parte donde descubres quién eres" |
Otro elemento
clave en todo esto: la felicidad. Este es un principio algo complicado, porque
no se llega a la felicidad a través de métodos ortodoxos, es un proceso
intrapersonal y con una profundidad increíble. Cuando se es feliz, se es uno
mismo. Estoy satisfecha y complacida con el granito de felicidad que tengo
ahorita mismo, incluso ahora mientras escribo esto que ahora tu lees. Porque en
otro momento, circunstancia o etapa, no hubiese sido capaz de expresar esto.
Ser feliz es mi mayor gratitud.
¡Este cuento
si ha sido largo! Según el contador de caracteres llevo: 1811 palabras entre todo
esto que les conté ¡Vaya lata! Pero este espacio lo creé principalmente para no
limitarme, para no crear divisiones sociales o fronteras personales, esto que
leen es la mayor representación que les puedo dar de la etapa de “cambios”,
pues todavía no ha acabado, sigo en un eterno proceso de aprendizaje, amor,
respeto y comprensión. Sigo en la búsqueda de no cometer los mismos
errores que una vez cometieron conmigo. Continúo escribiendo el mejor conjunto
de momentos y experiencias.
En definitiva,
el proceso de evolución (no cambios, evolución) sigue ahí, a flor de piel y en
constante inversión de canales, para bien o para mal. Uno permanece en un continuo
aprendizaje, tanto personal como colectivo. En fin, mi vida se encuentra en una
cúspide, a lo mejor efímera, pero cúspide al fin. La sigo admirando desde mi
más profundo orgullo. Hacia mi obviamente, porque los demás, los chimbos de la
historia, a ellos solo les admiro las ganas ¡Porque hay que ser bien ladilla
para tratar de bajar a uno de su nube personal! Ups… sé que dije sin groserías,
pero es que ¿Cómo se los explicaba mejor para que entendieran? Ahora ya no
necesitamos más explicación, sino seguir viviendo y dejando vivir.
P.d: Vive tus imperfecciones, ámalas y sobre todo respétalas. NADIE puede apreciarlas mejor que tu, y está en ti llevarlas con orgullo. No dejes nunca que ninguna persona, a parte de ti, dictamine por donde debes o no caminar. Se tu mismo, siempre. No a todo el mundo le agradará eso pero ¿Tu naciste para vivir a las expectativas de otros? Jamás. Vive, y hazlo con la mayor plenitud.
Xx,
M’s